Jueves, Mayo 02, 2024
El Meollo del Asunto  /  Migrantes

Por: Daniel Valles

         Los últimos cuatro o cinco años han estado marcados por un aumento desmedido de arribo de migrantes a las ciudades fronterizas de toda la franja al norte de México.

         Por supuesto que esto se ha visto igualmente reflejado desde la frontera sur, Chiapas y las rutas conocidas que atraviesan en el país.

         “La Bestia”, tal vez la que es más usada por lo rápida y familiar. Dos mil 500 kms deben de cruzar en un peligroso viaje que puede durar un mes. Miles de migrantes la usan y llegan a su destino.

         Se tiene documentada una cantidad que llega casi al medio millón de migrantes que cruzan el país, para llegar a la frontera.

         En el proceso se detienen en diferentes lugares. No es la regla. Llegar a la frontera sí lo es. Pero las situaciones que enfrentarán son tan diversas como viajantes toman el tren.

         Otros miles lo harán por autobús y algunos en avión.

         Los números de migrantes y las rutas han variado a lo largo del tiempo. Ciudades como Guadalajara. La que no veía tantos migrantes, se vio aumentada desde hace casi una década.

         Debido a una matanza ocurrida en Tamaulipas, en un lugar llamado San Fernando, en 2010, es que las rutas cambiaron.

Los migrantes deciden usar la ruta del Pacífico. Más larga, pero más segura. Decían.

         Sea como fuera, en todas las ciudades mexicanas que hacen frontera con EUA, el número de migrantes se ha visto aumentado en estos años.

         Inició con la llegada de gente de Haití, cuando se decía que el entonces presidente Trump, abriría las fronteras. Miles llegaron a Tijuana y Mexicali. No tantos a las ciudades de la frontera de Chihuahua y Tamaulipas.

         Hacinados en cuarterías o edificios abandonados, se integraron a esas comunidades ya que la frontera no se abrió sino para unos cuantos. Y es de destacarse que, los que se quedaron desarrollaron negocios y hasta huno quienes ingresaron a las escuelas de la localidad, como la Universidad de Baja California.

         Este fin de semana han llegado miles de haitianos, cerca de 20 mil, a Acuña, en Coahuila, frontera con Del Río, Texas. Tema que merece comentario aparte.

         El hecho de llegar como migrante, no es sinónimo de miseria en todos los casos. Sólo en la mayoría.

Llegan personas que, de no poder cruzar, pueden, con voluntad, integrarse a la comunidad donde se establecen. Por desgracia no son todos los casos, ni de todas las nacionalidades.

         Pero esas son las historias de éxito o las que tienen una buena cara. No son todas, por desgracia, ni las más.

         Durante toda la administración de Donald Trump, las fronteras se llenaron de migrantes que pensaron que sería fácil que los admitieran. No ha sido así. Y creo que no lo será.

         Quienes hemos vivido en la frontera toda la vida sabemos bien que, la política norteamericana, sin importar el partido que esté gobernando en la presidencia de EUA o tenga mayoría en el congreso, no relajaran medida alguna.

Republicanos y demócratas son igualmente duros para con esta política. Tendrán o no razón, eso es algo que no sabemos desde este lado de la frontera.

         Lo que si sabemos es que diariamente llegan por decenas a las ciudades fronterizas. Recientemente por centenas.

Llegan por dos sitios principales. Por el sur. Quienes lo hacen con la esperanza de poder cruzar la frontera. Piensan que será sencillo porque traen documentos, un caso de injusticia o de persecución en su país de origen. Porque les han dicho que no es tan difícil lograr el asilo que requieren.

Lo que la mayoría de las veces es sólo un cuento que les narran.

         Llegan también por el norte. Quienes lo hacen vienen con una gran depresión a cuestas, sin dinero, hambrientos, sucios, harapientos y con la gran interrogante de qué va a suceder ahora que han sido deportados y llegan a un país que no es el suyo y sin conocer a nadie.

De acuerdo con el estudio denominado Matriz de Seguimiento de Desplazamiento “DTM Retornados a México bajo Título 42”, realizado por la OIM, Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas, entre los principales obstáculos de quienes son expulsados se encuentra la detención en Estados Unidos, en un 15 por ciento, debido a la falta de alimentos, la falta de servicios de salud, la confiscación de pertenencias, la retención de documentos, el maltrato que aseguran sufrir y la separación familiar. informó Alex Rigol, coordinador en Ciudad Juárez.

Una amplia nota que aparece hoy lunes 20, de Hérika Martínez del Diario, da pormenores de todo lo que han declarado estas organizaciones que tratan de aliviar el estado de los migrantes. Tanto de los que llegan por el sur, como los que llegan deportados por el norte. Siempre son muy difíciles las condiciones de estas personas.

En Ciudad Juárez como en muchas otras ciudades de la frontera, existen organizaciones que tratan de mitigar las penurias de estas personas, de los migrantes. Cuyo único delito sería tratar de buscar una mejor vida.

La Casa del Migrante, el Hotel Filtro y varias iglesias evangélicas, se han dado a la tarea de ayudar a estas personas que pasan por Ciudad Juárez. Las necesidades son grandes y van en aumento.

Los presupuestos del gobierno, tanto federal como estatal o municipal, no son suficientes, porque no son grandes. Y creo que la necesidad siempre los superaría.

La situación de la migración no va a detenerse, sino todo lo contrario. Y ahora, con la llegada del otoño y del invierno, las cosas empeorarán para quienes viven de zonas donde jamás han sentido el frío.

Los migrantes, un problema humano de siglos. El que los gobiernos nunca han podido resolver. Pero para el que tampoco hay una solución sencilla porque no terminarán. A pesar de reuniones como la de la Celac, celebrada este fin de semana en México y que ha sido tanto o más conflictiva que el problema de los migrantes. Ahí el Meollo del Asunto

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